Uno nunca sabe qué pasa por la mente de algunos políticos o, más bien, preferiría ni imaginarse lo que se pueda cocer ahí dentro. Una de las últimas ha sido la genial idea de la nueva ley del aborto. No digo que sea una idea de bombero por no estar de acuerdo con ella sino por el gran rechazo que ha levantado entre toda la sociedad española. Esta falta de previsión política puede y parece estar costando caro a Ferraz, ya que más de la mitad de sus votantes se han mostrado contrarios a la reforma según una encuesta revelada hoy por El País.
Si se piensa mal, y no sería descabellado, uno llega a la inocente idea de que toda esta parafernalia legislativa responde a una cortina de humo para otros asuntos más peligrosos. Está demostrado que el electorado responde de manera bastante fría en las urnas cuando se trata de asuntos sociales, es decir, que no hay cambios de color. Pero otra historia es cuando se trata de temas que afectan al bolsillo, algo que sí es capaz de hacer recitar la Internacional a Fraga. Por eso no son pocos los que sospechan que la ley se ha lanzado para que el debate social cope la actualidad política, haciendo las veces de mal menor.
Más allá de todas estas sospechas está la propia ley en sí. El punto más conflictivo es el que permite a las menores de 18 años y mayores de 16 poder abortar sin consentimiento paterno. No son pocas las personas que han tachado de barbaridad esta posibilidad. Sin embargo, resulta algo contradictorio con la realidad actual en la que a un joven de 16 años se le permite emanciparse, pero no se le permite abortar sin la aprobación de los padres. Por la tanto, en parte se trata de dar un poco de coherencia al ordenamiento jurídico.
No obstante, estamos hablando de personas y vidas, no de leyes, y ahí aparece el problema. El problema más grave que veo, es que muy mal tiene que estar una familia para que una adolescente de 16 años aborte a espaldas de sus padres. Pero ya que se da esta posibilidad habría que valorar un punto importante como es derimir quién debe decidir que puede abortar esta menor: ¿la propia perjudicada que puede joderse toda la vida o sus padres? Realmente me pregunto si el escenario en el que una adolescente de 16 años desea abortar, pero sus padres no se lo permiten es mejor que el opuesto.
Es muy difícil sacar una conclusión clara de todo esto, sobretodo si no se ha pasado por un trance así. De todos modos, aunque finalmente se salga adelante esta ley, creo que hay dos puntos que deberían pulirse. El primero es que aunque no sea necesario el consentimiento paterno, sí que debería ser el informar a los padres del hecho, aunque reitero que muy poco reccomendable sería para un adolescente una familia a la que no le confiaría este problema.
En segundo lugar está que en todo este lío se ha excluído, casi de manera natural, al padre de la futura criatura. Al parecer, el padre tendrá que responder y hacerse responsable del bebé si se decide seguir adelante con el embarazo, pero no parace tener voz alguna en esta decisión. Curiosa es la postura del Ministerio de "Igualdad" en el que se da a entender de manera implícita que el embarazo no deseado es prácticamente responsabilidad y culpa del hombre y, en consecuencia, sólo se le tendrá en cuenta para rascarse el bolsillo a la hora de financiar el futuro del chaval, pero no tiene voto alguno sobre el futuro de éste, del de su pareja y del suyo propio.
Lo único que puedo sacar en claro de todo este asunto es que los embarazos en adolescentes son un problema que sólo deriva en más y más problemas y que, de hacer esfuerzos en algún sentido, tendría que ser en el de evitarlos. Pero eso ya es otra historia.